05 agosto, 2010

Quitando "molestias"...

Su primer error fue pretender que el personal llegara ajustado a su horario por las mañanas.

¡Qué horror! ¡Como se atrevía a decirles que llegaran a su hora, si ellas llegaban cuando les daba la gana! Y encima, ¡Venir cada día!

Bueno, esa fue la primera, pero siguieron muchas más cosas que él intentaba ajustar a las normas de un centro de día que ya hacía años que se habían olvidado de seguirlas... era su pequeño reino y hacían lo que querían...y no iban a consentir que un sustituto se las recordara.

Recuerdo una conversación de la directora, la enfermera y la asistenta social sobre que debían hacer sobre los protocolos del centro. La asistenta social apareció con un librito para dárselo al sustituto. La intención de ellas era que no tuviese acceso a ningún protocolo ni a nada, así metería la pata y le quitarían la sustitución... fácil y sencillo...

Veamos, puede que yo sea un persona que se piensa demasiado las cosas... en esa conversación deduje que la vida de los usuarios era totalmente ignorada por la dirección y resto de personal; a ver, se entiende que no se puede caer bien a todos los compañeros, pero de ahí a esperar que un médico haga mal su trabajo sin pensar en las consecuencias, es algo fuerte... es un desprecio total a la vida de otro ser humano. Deje de hablar de mi lugar de trabajo con mis hijos como centro de día, pasé a llamarle el campo de concentración.

Pero quitarle de en medio no les resultó ni tan fácil, ni tan sencillo. Les costó mover algunos hilos para que al médico titular le dieran el alta. Recuerdo que mi último día allí, Lolita le preguntó a la directora si se podía hacer una especie de recepción para darle la bienvenida al médico.

Calculemos... el día 13 de octubre ya sabían que el médico titular volvía. Semanas después le dan el alta al médico que inmediatamente solicita todas sus vacaciones y días libres... estaba muy enfermo, estaba más para darle la invalidez que el alta... y por fin, el sustituto es quitado de en medio.

Semanas después de que me dieran la baja y al médico titular el alta, este último me llamó por teléfono un domingo por la tarde para invitarme a su casa a tomar un café y para que hablásemos. Fui a verle, era psiquiatra, sabía que me haría bien hablar con él. Le conté mi historia y él me contó la suya. Por un familiar se enteró de los hilos que se movieron y quien movió los hilos para darle el alta.

Estaba furioso por cómo le habían utilizado para que el sustituto no apareciera más. Él murió hace unos meses, cuando me reincorporé al trabajo le recordé bastantes veces al día, a los dos, cada uno a su manera eran para mí un alivio, eran normales dentro de aquél ambiente enfermo, tóxico...

El día que firme la excedencia, la directora me llevó al despacho de XXXXXX para quitarme un ratito de en medio, que mal me sentí... no dejaba de recordarle, su inteligencia, su bondad... Sentía que mi estancia en aquél despacho era para que no olvidase las mil y una que había visto yo y las que habían visto los dos médicos...

Cuando me enteré de su muerte, pensé seriamente en el tema de las denuncias por acoso, como me hubiera gustado que un juez dijese: si, has sufrido acoso hasta el punto de perderte a ti misma, has dejado de SER tú por NO ser como ellos, has experimentado unos meses horribles y muy dolorosos, te han arrebatado la dignidad y toda tu paz interior... y soñaba con acercarme hasta la tumba de XXXXXX con un enorme ramo de flores blancas y decirle:

""Te brindo mi victoria,
Guerrero de la Luz,
No bebas de la fuente del Leteo.""

Él me hubiera entendido. Pero solo era una fugaz ilusión de Némesis...

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